¡FELIZ NAVIDAD!

Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo (...) E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. José subió de Galilea, ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí, se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón... (Lucas, 2. 1-7).

Con éstas preciosas fotografías de Santa Anastasia nevado, en el invierno de 2008 y que me ha prestado Susana Soler, quiero desear a todos los visitantes del blog, FELICES FIESTAS, y que 2010, llegue lleno de buena suerte para todos.

De todas formas, soy un anticuado... sin remedio. ¡Cómo recuerdo las tarjetas de Navidad escritas de puño y letra!.

No, no es porque aprovechase para hacer indagaciones grafológicas... Es porque a través de la tinta y el papel, me figuro un campo en que quien me escribe va dejando palabras como semillas, sentimientos a flor de piel, amistad que reconforta el corazón.

Pero los tiempos cambian. Me han enviado feliciaciones virtuales que yo he reenviado a algunos amigos y familiares. Naturalmente he pensado en ellas al escribir su dirección de correo, pero el esfuerzo es tan nimio que me parece como si no hiciera bastante, sólo se necesita dar al botón de reenviar y poner cuantas direcciónes queramos o tengamos en la mente.

Me gustaba más, y me alegraba la vista y el corazón recibir tarjetas postales y ponerlas encima del mueble o del árbol. Era una forma indirecta de abrir la puerta de casa al amigo y decirle: "Pasa, estás en tu casa".¡ Brindemos juntos esta Navidad!