Moisés, esta mañana te fuiste, a los 87 años.
Muchas fueron las veces que estuviste a punto de decirnos adiós, esta vez no pudiste aguantar mas y aunque puedas enfadarte conmigo, cosa que no creo, al fin has descansado.
Siempre le he tratado de Usted, hoy permítame que le tutee. Nos dejaste sin quejarte, sin maldecir, sin gritar al mundo un "
¿Por qué yo?" lleno de rabia. No, tú te fuiste en silencio, preocupado por todos aquellos que te rodeaban y te
querían.
Al final, nos diste a todos una clase magistral de coraje.
Supiste enfrentarte a tus males. Les plantaste cara, y aún cuando la edad te ha ganado la batalla, el recuerdo que nos dejas es el de un hombre trabajador
que nunca perdió su ilusión por vivir.
Muchas cosas me contaste de la historia de Santa Anastasia, por algo fuiste uno de los que trabajaron en la construcción del pueblo cuando escasamente pasabas de los treinta años. Otro colono pionero que se nos va, la plaza se queda cada día mas solitaria, sólo Basilio resiste al paso de los años.
Siempre que iba a casa de tu hijo Moisés, te alegrabas al verme, a pesar de que el sentimiento tan profundo que tenías desde que tu hijo nos dejó lo sufriese por dentro. Ya no podrás decirme, la misma frase que me decías al verme: Jesús, todavía no me he muerto.
Hoy te escribo la última carta para ti, pero estés donde estés, aunque no puedas leerla, recuerda que siempre te recordaremos, descansa en paz junto a tu hijo y la señora Antonia.
A todos, familiares y amigos, nuestro más sentido pésame.
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