Hoy las campanas repican a muerto en Santa Anastasia, nos vamos acostumbrando al tañir de las campanas, del mismo modo que hechamos una mirada al Sol cuando atardece.
Hoy mi pueblo vuelve a estar triste, otro hasta luego, y todos escuchando las campanas que últimamente suenan muy a menudo, no podemos desoir esa campana porque despide a la señora Dora Acín Lobera, viuda de Antonio "Cabañas".
Humilde, educada, respetuosa, buena madre y esposa, ni un sonido mas alto que otro en su forma de hablar, nada será como antes escuchaba en el tanatorio mientras iban pasando las pocas vecinas que quedan de la calle Moncayo, desde un rincón de la sala observaba los movimientos de unos y otros: Desesperación, llanto, rabia, soledad, negación son algunos de
los sentimientos normales y sanos que pueden aparecer cuando una persona
nos deja para siempre. Una pérdida provoca reacciones físicas,
emocionales e incluso espirituales, que forman parte del proceso tras varios días de enfermedad.
Otra casa vacía, esa mesa de los domingos, no volverá a ser lo que ha sido semana tras semana, suele suceder que, cuando nos reunimos domingo tras domingo, con la misma gente, la ausencia de alguna persona que falleció, nos lleva a tener un poco de nostalgia. Todos tenemos a alguien
que ya no está, alguien con quien ya no compartiremos esa preciosa mesa.
Otra casa vacía, comenté con su hija Oli, cada vez quedan menos de aquellos pioneros de la Colonización, es cierto que la Señora Dora tenía una avanzada edad, pero cuesta digerir este momento.
A sus hijos, a los que me une una buena amistad: Oli, Antonio, Esther, Carlos y Mamen, a sus familiares y amigos decirle que sentimos junto a ellos la pena por el ser querido que se ha marchado.
Su cuerpo descansa al lado de su esposo, en nuestro camposanto. Descanse en paz.
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